jueves, 28 de octubre de 2010

I, voyager

Amigo mío, son los días que salgo de excursión aquellos en los que mi alma descansa tranquila, disfruta de las pequeñas cosas mundanas. Mi mente  cuelga  el chaleco antibalas  los fines de semana, se paraliza la guerra cual griegos contra troyanos.

Las ratas no molestan entonces, siguen en su nido de parásitos, se miran, se olisquean, se aparean, se muerden, se matan. Yo miro omnisciente. Mi escopeta está cargada, pero estos días la dejo en la repisa. De todas formas nunca malgastaría una bala en ellas.

El hombre que solía ser vuelve a casa. Dentro de un tiempo llamara a la puerta, yo estaré en el porche, esperando.  Lana, buen can y princesa de las bestias, ladrara como a cual desconocido que cruza por mis tierras. Pues ¿Acaso un hombre es hombre cuando ni siquiera su compañía mas preciada le reconoce como tal?

1 comentario:

  1. vaya, veo que estás acicalando esto un poco.
    a quién o qué preferirías disparar antes que a las molestas ratas de alcantarilla? con qué te gustaría descargar tu escopeta realmente?
    me interesa saberlo, vivo en el mismo mundo que tú...
    joder, tu perra me odia.
    tuturuturuuu

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